Falsa o Verdadera Libertad
Lucas 15:11-24
Hace unos cuarenta años, muchos jóvenes europeos pensaban que la generación de sus padres había sido reprimida por demasiadas cadenas: la moral, las conveniencias, las jerarquías, la religión…
Había que romper esas cadenas y vivir libre, liberarse de prejuicios, de tabúes, de los jefes… incluso si este marco exigente, y a veces excesivo, podía proteger de una permisividad engañosa.
¿Dónde estamos hoy? ¿Somos más felices? En realidad, creyendo liberarse de un yugo que les parecía insoportable, muchos, sin saberlo, se entregaron a Satanás, quien sabe seducirnos y hacernos esclavos de nuestros deseos. ¿A dónde conduce esto? “El pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:15).
La Biblia cuenta la historia de un joven que, queriendo vivir su vida, abandonó la casa paterna. Durante cierto tiempo vivió una vida desenfrenada y pensó que había conseguido la libertad.
Pero en realidad, sin saberlo, estaba obedeciendo al seductor de los hombres.
Más tarde, cuando hubo malgastado todo y llegó una hambruna, tuvo que cuidar cerdos. ¡
Pero los dueños lo trataron peor que a ellos!
¡No, la felicidad no está en la satisfacción de nuestros deseos, sino únicamente en una relación viva y personal con Jesucristo! Mediante su muerte y su resurrección, da la verdadera libertad a todos los que confían en él: libera del pecado, porque lo derrotó mediante su sacrificio en la cruz.
Él nos dice: “Si el Hijo (de Dios) os libertare, seréis verdaderamente libres”.
Jeremías 40 – 1 Corintios 14:20-40 – Salmo 104:14-18 – Proverbios 22:28